CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS – ficcionista

David Roas

Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, 1945) es una de las maestras indiscutibles de la narrativa fantástica contemporánea en español. Ha sido galardonada, entre otros, con el Premio Nacional de Narrativa (2016) y el Premio de la Crítica (2016). Es autora de seis libros de cuentos: Mi hermana Elba (1980), Los altillos de Brumal (1983), El ángulo del horror (1990), Con Ágatha en Estambul (1994), Parientes pobres del diablo (2006, Premio Setenil al Mejor Libro de Cuentos del Año) y La habitación de Nona (2015). También ha publicados tres novelas en las que lo fantástico se combina con lo inquietante y lo insólito: El año de Gracia (1985), El columpio (1995) y La puerta entreabierta (2013), esta última firmada con el seudónimo Fernanda Kubbs. A ello hay que añadir, entre otros títulos, su obra teatral Hermanas de sangre (1998) y el libro de memorias Cosas que ya no existen (2000).

Como ella misma ha afirmado de su obra, “En mucho de lo que he escrito más que moverme en el mundo tangible, o en el más allá –en el que tampoco me muevo- me encuentro siempre en una zona de límites imprecisos. Una zona de grises y claroscuros” (GLENN, 1992, p. 138-139). Una zona que explora desde medios muy diversos, porque su idea de lo fantástico y lo insólito no se ajusta a definiciones estrechas o anticuadas de tales categorías. Por ello, Fernández Cubas combina temas y motivos clásicos con recursos que recorren nuevas vías de lo fantástico: así, en sus relatos podemos encontrar apariciones espectrales (“La noche de Jezabel”, “El reloj de Bagdad”, “El lugar”), dobles (en “La mujer de verde”, donde podríamos decir que el doble se combina con la presciencia; y desde una perspectiva no fantástica en “Lúnula y Violeta” o “Helicón”), brujas y demonios (“Los altillos de Brumal”, “Parientes pobres del diablo”), el intercambio de identidades (en “Cris y Cros”, un cuento cuya calificación de ‘infantil’ parece alejarlo de lo fantástico, y no es así) o la ruptura de los límites espaciales y temporales (“Mi hermana Elba”, El columpio). Junto a estos motivos clásicos, la autora utiliza también nuevos recursos fantásticos, como la metaficción, que plantea la continuidad entre dos órdenes aparentemente irreconciliables como son la realidad y la ficción (“En el hemisferio sur”).

Entre todos los temas y motivos citados, el tiempo es, sin duda, un aspecto central en la obra de Cristina Fernández Cubas, tanto en sus narraciones fantásticas y “realistas” como en su –hasta ahora- única obra teatral (Hermanas de sangre) y en ese peculiar libro de memorias titulado Cosas que ya no existen. En estas obras el tiempo suele vincularse a la exploración de la memoria y, con ello, del pasado, una exploración que suele venir motivada por la recurrente tendencia al olvido que muestran muchos de sus personajes, ya sea por trastornos de la memoria (“Ausencia”, “El moscardón”), por olvido autoimpuesto (“La noche de Jezabel”, “El reloj de Bagdad”) o por la imposición externa de ese olvido (“Los altillos de Brumal”). El tiempo y la memoria enlazan directamente con otro de los temas centrales de la poética de Fernández Cubas: el viaje, íntimamente relacionado con el desarraigo en el que vive el sujeto posmoderno, y que simboliza y, a la vez, literaliza, esa búsqueda de uno mismo en la que se embarcan (o se ven embarcados) sus personajes, seres, como señala Ana Casas, “inadaptados que no encajan en su entorno, intrusos en sus propias existencias, [que] buscan sin descanso su lugar en el mundo. Y a veces lo encuentran” (2016, p. 57). Seres sumidos en una búsqueda personal que les obliga a enfrentarse con su entorno, sobre todo con la familia (la figura de la madre es aquí esencial), convertida en principal obstáculo para conseguir la ansiada autorrealización.

En la obra de Fernández Cubas, el viaje suele manifestarse a través de dos variantes esenciales: por un lado, los viajes al extranjero, que implican no sólo una reinterpretación del espacio ajeno sino también una reinterpretación de la propia identidad del viajero, tal y como ocurre, por ejemplo, en “Con Agatha en Estambul”, “La flor de España”, “La fiebre azul” y “Parientes pobres del diablo”. Y, por otro, los viajes al pasado, a menudo mediante el regreso a los espacios de la infancia, lo que constituye un viaje en busca de los orígenes y la identidad. Esos viajes al pasado se manifiestan de un modo tanto simbólico como literal, puesto que en varios de sus cuentos los protagonistas, además de trasladarse a otro espacio, ingresan en otra dimensión temporal, lo que implica una subversión fantástica de la cronología: basta recordar que Brumal no sólo está perdido en el espacio sino también entre las brumas del tiempo, como ocurre también con la identidad de la protagonista. Así, el viaje es también un medio para la introspección y la búsqueda de una identidad perdida, y por ello mismo también implica un movimiento en el tiempo vinculado a la necesidad de rememorar. La alianza del viaje con la exploración del tiempo pasado (olvidado o reprimido) le sirve a la autora para subvertir la cronología y adentrarse en lo insólito y la otredad, como puede verse en “Los altillos de Brumal”, El columpio y en “La vida nueva”, textos en los que la autora propone una imposible convergencia/comunicación del pasado y el presente, puesto que las protagonistas de las tres narraciones abandonan su plano temporal para ingresar en otro anterior. Un movimiento entre tiempos que se realiza –de ahí la dimensión fantástica de las tres historias- sin causalidad. A la vez, el ingreso de las protagonistas en un tiempo pasado implica recuperar un tiempo ya perdido (tanto propio como ajeno), que va a tener una decisiva influencia sobre su identidad en el presente.

Mediante los temas, motivos y recursos citados, los cuentos de Cristina Fernández Cubas persiguen dos objetivos fundamentales, propios de toda narración fantástica: por un lado, inquietar al lector con la presencia de seres y fenómenos inexplicables, y, por otro, indagar en el lado oscuro de lo real, es decir, en lo que tales seres y fenómenos simbolizan: la transgresión de las coordenadas que sustentan nuestra realidad y que nos permiten situarnos en ella (habitarla).

REFERÊNCIAS

CASAS, Ana. La epifanía del monstruo. Identidad y perversión en los cuentos de Cristina Fernández Cubas. In: ROAS, David y CASAS, Ana. Voces de lo fantástico en la narrativa española contemporánea. Málaga: E.d.a., p. 49-70, 2016.
GLENN, Kathleen M. Gothic Indecipherability and Doubling in the Fiction of Cristina Fernández Cubas. Monographic Review, (VIII), p. 125-141, 1992.

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTAR

ANDRES-SUÁREZ, Irene; CASAS, Ana (Eds). Cristina Fernández Cubas. Madrid, 2007.
FOLKART, Jessica A. Angles of Otherness in Post-Franco Spain. The Fiction of Cristina Fernández Cubas. Lewisburg: Bicknell University Press, 2002.
GLENN, Kathleen M.; PÉREZ, Janet (Eds). Mapping the Fiction of Cristina Fernández Cubas. Cranbury: University of Delaware, 2005.
ROAS, David. El ángulo insólito: Cristina Fernández Cubas y lo fantástico. In: ROAS, David y CASAS, Ana. Voces de lo fantástico en la narrativa española contemporánea. Málaga: E.d.a., p. 25-48, 2007.