GROTESCO

David Roas

Lo grotesco es una categoria estética basada en la combinación de lo humorístico y lo terrible (entendido este en un sentido amplio, que incluye lo monstruoso, lo terrorífico, lo macabro, lo escatológico, lo repugnante, lo abyecto etc.). Y su objetivo esencial es proporcionar al receptor una imagen distorsionada de la realidad: desde el festivo mundo al revés del carnaval medieval (BAJTÍN, 1965) hasta la revelación del caos -en lo grotesco moderno (KAYSER, 1957)- como la imagen más fiel del mundo y del ser humano.

Ello permite afirmar que no existe un grotesco auténtico, sino un modo de expresión grotesco que se ha ido modulando y transformando -desde que se acuñó el término hace cinco siglos- a medida que se producían cambios estéticos y filosóficos esenciales en la cultura occidental. Cada época ha acentuado en lo grotesco la tonalidad humorística o la terrible, pero sin eliminar ninguna de las dos. Si examinamos la historia de esta categoría estética, comprobaremos que hasta el siglo XVIII lo grotesco es más cómico y desenfadado porque es sólo visto como desproporción y deformidad, un camino ideal para la sátira y la parodia; pero cuando lo sublime y otras novedades estéticas se impongan – rompiendo con la concepción clásica y proporcionada de belleza-, lo grotesco adquirirá una tonalidad diferente, sin abandonar el efecto humorístico, aunque más atenuado. Ese es el momento en que surge lo grotesco moderno, que dejará de ser interpretado simplemente en función de un orden del que supone una desviación.

Para intensificar su doble efecto sobre el lector, lo grotesco no ha dudado –sobre todo en su encarnación moderna- en recurrir a elementos y situaciones características de lo fantástico, ligados indefectiblemente al miedo y lo ominoso (el doble, la aparición fantasmal, la metamorfosis, la animación de objetos…). Incluso, en ocasiones, lo grotesco y lo fantástico pueden compartir una misma voluntad de negación del discurso racional y, por tanto, de la visión objetiva del mundo. Aunque la ausencia en lo grotesco de dos elementos constitutivos de lo fantástico marca sus límites con dicho género e impide que consumamos las obras grotescas como fantásticas strictu sensu:

1) en primer lugar, lo fantástico se basa en la confrontación entre lo real y lo imposible, entendiendo por imposible aquello que transgrede nuestra idea sobre el funcionamiento del mundo. Las obras grotescas no se nutren del encuentro inquietante entre lo real y lo imposible que define a lo fantástico: lo grotesco moderno revela el horror de lo real provocando la mueca risueña del receptor.

2) y, en segundo lugar, la estricta identidad entre la realidad del lector y el mundo representado en el texto: la distorsión propia de lo grotesco borra esa semejanza literal (lo que vemos es un reflejo distorsionado, esperpéntico), algo que, sin embargo, resulta esencial para el buen funcionamiento de los relatos fantásticos, que exigen al lector -como dije antes- que contraste los acontecimientos narrados en el texto con su experiencia del mundo cotidiano. Ello explica que las obras grotescas prescindan de la construcción verosímil y cotidiana del mundo propia del género fantástico, donde el narrador trata por todos los medios de hacer creíbles sus historias, pues sabe que la presencia de lo imposible va a provocar el escepticismo de sus lectores. Las ficciones grotescas que utilizan elementos sobrenaturales (imposibles) van más allá de la creación de una impresión fantástica, puesto que la hipérbole y la deformación buscan deformar los límites de lo real, llevarlos hasta la caricatura, pero no para producir la inquietud propia de lo fantástico, sino para provocar la risa del receptor, al mismo tiempo que lo impresiona negativamente mediante el carácter monstruoso, macabro, siniestro o simplemente repugnante de los seres y situaciones representados.

En conclusión, lo fantástico supone una alteración del mundo familiar del receptor, una transgresión de las regularidades tranquilizadoras que determinan nuestra relación con lo real (ROAS, 2011); lo grotesco, en cambio, revela su verdadera cara: caótica, ridícula y sin sentido.


REFERÊNCIAS

BAJTÍN, Mijail. La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Madrid: Alianza, 1965[1988].
KAYSER, Wolfgang. Lo grotesco. Su configuración en pintura y literatura. Buenos Aires: Nova, 1957[1964].
ROAS, David. Tras los límites de lo real. Una definición de lo fantástico. Madrid: Páginas de Espuma, 2011.