FANTÁSTICO – categoria

David Roas

Lo fantástico se construye a partir de la convivencia conflictiva de lo posible y lo imposible. Y dicha condición de imposibilidad se establece, a su vez, en función de la concepción de lo real que manejan tanto los personajes como los receptores: lo imposible es aquello que no puede ser, aquello que es inconcebible (inexplicable) según dicha concepción. Ello determina también otra de las condiciones esenciales de funcionamiento de las ficciones fantásticas: la necesaria ambientación de los hechos en un mundo construido en función de la idea que tenemos (compartimos) de lo real extratextual.

Eso es lo que permite distinguir a lo fantástico de otras categorías y géneros no miméticos. Así, mientras lo fantástico se articula mediante la irrupción de lo imposible en un mundo semejante al del receptor, lo maravilloso apuesta por la creación de un mundo autónomo gobernado por unas reglas de funcionamiento radicalmente diferentes a las de la realidad empírica (de ahí que, estrictamente, lo imposible, lo sobrenatural, no se produzca, pues todo en ese mundo es natural, evaluado, claro está, desde sus propias condiciones de realidad); por su parte, el realismo mágico instaura una convivencia armónica de lo natural y lo insólito en un mundo cotidiano, lo que lo convierte en un curioso híbrido de lo fantástico y lo maravilloso; y, por último, la ciencia ficción propone una expansión de nuestro marco de realidad a través de la especulación científica (presente o futura, humana o extraterrestre), por lo que, como ocurre con lo maravilloso y, en cierta medida, con el realismo mágico, lo insólito deja de ser percibido como tal al tener una explicación lógica (siempre en función de ciertos avances científicos y tecnológicos postulados como posibles dentro de los estrictos márgenes del texto).

Por tanto, para que el conflicto entre lo posible y lo imposible genere un efecto fantástico lo esencial no es la vacilación o la incertidumbre sobre las que todavía insisten muchos teóricos (desde el clásico ensayo de Todorov), sino la inexplicabilidad del fenómeno. Y dicha inexplicabilidad no se determina exclusivamente en el ámbito intratextual sino que involucra al propio receptor: lo fantástico– conviene insistir en ello- mantiene desde sus orígenes un constante debate con lo real extratextual: su objetivo primordial ha sido y es reflexionar sobre la realidad y sus límites, sobre nuestro conocimiento de ésta y sobre la validez de las herramientas que hemos desarrollado para comprenderla y representarla. Como advierte Susana Reisz, las ficciones fantásticas “se sustentan en el cuestionamiento de la noción misma de realidad y tematizan, de modo mucho más radical y directo que las demás ficciones literarias, el carácter ilusorio de todas las ‘evidencias’, de todas las ‘verdades’ transmitidas en que se apoya el hombre de nuestra época y de nuestra cultura para elaborar un modelo interior del mundo y ubicarse en él” (2001, p. 194).

Por ello, la irrupción de lo imposible en ese ámbito familiar y cotidiano no sólo supone una transgresión del paradigma de lo real vigente en el mundo extratextual, sino también un inevitable efecto de inquietud ante la incapacidad de concebir la coexistencia de lo posible y lo imposible, lo que he dado en denominar miedo metafísico (Roas, 2006 y 2011), un efecto que hay que distinguir del simple miedo físico, vinculado a la amenaza física, la muerte y lo materialmente espantoso, muy habitual en lo fantástico (aunque no en todas sus manifestaciones) pero que está presente, sobre todo, en aquellas ficciones donde se consigue atemorizar al receptor por medios naturales: así sucede en el thriller, en las historias sobre psicópatas, sobre catástrofes naturales, sobre ataques de animales, o esas narraciones pseudofantásticas articuladas mediante continuos sobresaltos, cuyo desenlace lleva lo (aparentemente) insólito al terreno de lo real, pues los hechos acaban teniendo una explicación lógica, natural.

Con el término miedo metafísico me refiero a la impresión que considero propia y exclusiva de lo fantástico; si bien ésta suele manifestarse en los personajes, atañe directamente al receptor, puesto que se produce cuando nuestras convicciones sobre lo real dejan de funcionar al enfrentarnos a la irrupción de lo imposible en un mundo como el nuestro.

En definitiva, el objetivo de lo fantástico va a ser precisamente desestabilizar esos límites que nos dan seguridad, cuestionar la validez de los sistemas de percepción de la realidad comúnmente admitidos. Como afirma Rosalba Campra, “la noción de frontera, de límite infranqueable para el ser humano, se presenta como preliminar a lo fantástico. Una vez establecida la existencia de dos estatutos de realidad, la actuación de lo fantástico consiste en la transgresión de este límite” (2001, p. 194). Una transgresión que al mismo tiempo provoca el extrañamiento de la realidad, que deja de ser familiar y se convierte en algo incomprensible y, como tal, amenazador.

REFERÊNCIAS

CAMPRA, Rosalba. Lo fantástico: una isotopía de la transgresión. In: David Roas (Ed). Teorías de lo fantástico. Madrid: Arco/Libros, p. 153-191, 2001.
REISZ, Susana. Las ficciones fantásticas y sus relaciones con otros tipos ficcionales. In: David Roas (Ed.). Teorías de lo fantástico. Madrid: Arco/Libro, p. 193-221, 2001.
ROAS, David. Hacia una teoría sobre el miedo y lo fantástico. Semiosis, v. 2, n. 3, p. 95-116, 2006.
ROAS, David. Tras los límites de lo real. Una definición de lo fantástico. Madrid: Páginas de Espuma, 2011.
TODOROV, Tzvetan. Introduction à la littérature fantastique. Paris: Seuil, 1970.